Los probióticos son
microflora (bacterias y otros organismos) fundamentales para nuestra salud. Al
menos 400 especies distintas colonizan el aparato gastrointestinal. Las más
importantes son las Lactobacillus acidophilus y las Bifidobacterium Bifidum.
Están involucrados en el
mantenimiento de la función del sistema inmunológico, regulan el metabolismo
del colesterol y procesan las toxinas. Pueden ser clave para prevenir muchas
clases de cáncer dentro del aparato intestinal como en otros tejidos (mama,
próstata y pulmón).
Varias especies probióticas
han demostrado tener efectos antitumorales y estimulantes del sistema
inmunológico. Además se ocupan de la desintoxicación de muchas sustancias
cancerígenas incluidas las hormonas, carcinógenos de la carne y toxinas
ambientales.
Uso de probióticos para
fomentar la liberación del exceso de estrógenos
Para librarse del exceso de
estrógeno y las toxinas solubles en grasa, el cuerpo las une a una molécula
llamada ácido glucorónico. Después elimina este complejo a través de la bilis.
El vínculo entre la molécula "nociva" y su acompañante puede romperse
por la acción de la glucuronidasa, una enzima que segregan bacterias
indeseables del aparato intestinal. El exceso de actividad de la glucuronidasa
significa que hay moléculas "nocivas" activas en el organismo. Esto a
su vez, se asocia a un mayor riesgo de cáncer, especialmente de riesgo de
cáncer de mama estrógeno-dependiente.
La actividad de la
glucuronidasa es mayor en las personas que comen una dieta rica en grasas y
pobre en fibra. El nivel de actividad de la glucuronidasa puede ser un factor
esencial para explicar porque ciertos factores dietéticos provocan cáncer de
mama y porque otros factores dietéticos son preventivos.
La actividad de las enzimas
bacterianas nocivas puede reducirse manteniendo el equilibrio adecuado de la
flora bacteriana. Una forma de conseguirlo es consumir alimentos que reducen la
actividad de la glucuronidasa (cebolla y ajo), así como con un alto contenido
en ácido glucorónico (manzanas, coles de bruselas, brócoli, col y lechuga).
Otra estrategia consiste en
complementar la dieta con "bacterias saludables", como la
Lactobacillus acidophilus y la Bifidobacterium Bifidum.
Los probióticos se pueden tomar en polvos, jarabe, cápsulas
o comprimidos. Es necesario que esté bien producido, envasado y almacenado para
asegurar su viabilidad, el grado correcto de humedad y evitar su contaminación.
Son preferibles los que
están recubiertos de entérico, para evitar que la cápsula se descomponga en el
estómago, y así incrementar las posibilidades del traslado de los organismos a
los intestinos delgado y grueso.
Extraído del Blog Oncocomplementos
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