La salud está en nuestras manos
"Cada uno de nosotros somos
la única y real fuente de energía e información que hay en nuestro cuerpo.
Nuestra presencia en el cuerpo y lo que hacemos, comemos, bebemos, sentimos y
pensamos determina lo bien que nuestros genes controlan y mantienen nuestra existencia.
Si uno ya no está presente en el cuerpo, la energía y la información se irá
de cada una de las células. Eso es lo que conocemos como muerte física. Si
tenemos una perspectiva amplia de la muerte puede verse como el inicio de una
nueva vida; todos los átomos que previamente conformaron esas células
simplemente se recolocan para ensamblarse otra vez en formas nuevas, como el
aire, el agua, la tierra, las plantas, los frutos, lo animales o los seres
humanos, la vida no termina con la muerte; solo cambia de forma.
Ahora bien, si uno retirara
parcialmente la energía y las conexiones determinantes (inteligencia) de una
parte de su cuerpo, ¿no se comportaría esa parte del cuerpo de un modo
desordenado y caótico? Eso es lo que la medicina considera enfermedad, no
estar en línea o en sintonía con la
manera ordenada en la que el cuerpo se comporta normalmente. Al igual que la
muerte, la enfermedad no es otra cosa que una fuente de vida. Pero, al
contrario que la muerte, la enfermedad nos ofrece la oportunidad de restaurar
nuestra vida manteniendo la forma física. El cáncer solo ataca cuando una o
varias partes de nuestro cuerpo están ya sin vida, física, emocional y
espiritualmente. El cáncer puede resucitar esas zonas entumecidas, inhibidas o
congestionadas, ya tengan o no una naturaleza física.
La resurrección, la cual se
inicia con una mayor atención hacia esas zonas muertas de nuestra vida, puede
llevarse a cabo de diferentes maneras. Podemos darnos cuenta, gradualmente, de
lo temerosos o negligentes que somos hacia una parte concreta de nuestro
cuerpo, hacia nuestro futuro o nuestro pasado, hacia la naturaleza, los
alimentos, las otras personas, el futuro de nuestro planeta….. De improviso,
podemos percibir cuán profundamente albergamos intensos sentimientos negativos
hacia los demás o hacia nosotros mismos, o advertir por qué permitimos que
ciertos alimentos, bebidas o fármacos contaminen y congestionen nuestro bello
cuerpo. El cáncer es una llamada de alerta para que apartemos nuestra vida de
allí donde no hay. El timbre de alarma que nos despierta tiene un sonido muy
estridente y doloroso, lo cual es bueno, pues nos es más fácil responder al
dolor físico que al emocional".
El texto está
recogido del libro de Andreas Moritz, El cáncer no es una enfermedad. Para mí
este libro es muy importante, tanto por la manera que tiene este autor de
abordar la enfermedad, como porque por primera vez pude acercarme a los
aspectos emocionales de mi proceso de cáncer. Dichos aspectos los había
evitado, en parte porque despertaban en mí sentimientos de culpabilidad, de que
algo habré hecho yo mal para tener cáncer, o de que quizás este era mi talón de
Aquiles sin resolver...Más tarde, fui aceptando que no hay nada separado en la
vida, que todo está unido, que esta unidad es el fin último de la existencia
humana, y de que, en definitiva, yo soy un todo, emociones, sentimientos,
cuerpo, mente, etc.
Y ahora tengo la
certeza de que mi curación total se producirá cuando no solamente cuide mi
cuerpo y lo respete como lo más sagrado, sino cuando me cuide a mí misma y me
respete como lo más sagrado, amando todo lo que soy, sintiendo mi unidad con la
naturaleza, con la vida, con todo lo que me rodea.
Estos versos de Rig
Veda expresan mejor lo que quiero compartir:
Me muevo con el
infinito en el
poder de la
Naturaleza.
Llevo el fuego del alma.
Llevo la vida y la
curación.
En los momentos en los
que sentía miedo los recitaba, aún hoy lo sigo haciendo en mis prácticas de
meditación y yoga. Agradezco infinitamente esas palabras que me acompañarán
para siempre.