viernes, 21 de marzo de 2014


La salud está en nuestras manos
"Cada uno de nosotros somos la única y real fuente de energía e información que hay en nuestro cuerpo. Nuestra presencia en el cuerpo y lo que hacemos, comemos, bebemos, sentimos y pensamos determina lo bien que nuestros genes controlan y mantienen nuestra existencia. Si uno ya no está presente en el cuerpo, la energía y la información se irá de cada una de las células. Eso es lo que conocemos como muerte física. Si tenemos una perspectiva amplia de la muerte puede verse como el inicio de una nueva vida; todos los átomos que previamente conformaron esas células simplemente se recolocan para ensamblarse otra vez en formas nuevas, como el aire, el agua, la tierra, las plantas, los frutos, lo animales o los seres humanos, la vida no termina con la muerte; solo cambia de forma.
Ahora bien, si uno retirara parcialmente la energía y las conexiones determinantes (inteligencia) de una parte de su cuerpo, ¿no se comportaría esa parte del cuerpo de un modo desordenado y caótico? Eso es lo que la medicina considera enfermedad, no estar  en línea o en sintonía con la manera ordenada en la que el cuerpo se comporta normalmente. Al igual que la muerte, la enfermedad no es otra cosa que una fuente de vida. Pero, al contrario que la muerte, la enfermedad nos ofrece la oportunidad de restaurar nuestra vida manteniendo la forma física. El cáncer solo ataca cuando una o varias partes de nuestro cuerpo están ya sin vida, física, emocional y espiritualmente. El cáncer puede resucitar esas zonas entumecidas, inhibidas o congestionadas, ya tengan o no una naturaleza física.
La resurrección, la cual se inicia con una mayor atención hacia esas zonas muertas de nuestra vida, puede llevarse a cabo de diferentes maneras. Podemos darnos cuenta, gradualmente, de lo temerosos o negligentes que somos hacia una parte concreta de nuestro cuerpo, hacia nuestro futuro o nuestro pasado, hacia la naturaleza, los alimentos, las otras personas, el futuro de nuestro planeta….. De improviso, podemos percibir cuán profundamente albergamos intensos sentimientos negativos hacia los demás o hacia nosotros mismos, o advertir por qué permitimos que ciertos alimentos, bebidas o fármacos contaminen y congestionen nuestro bello cuerpo. El cáncer es una llamada de alerta para que apartemos nuestra vida de allí donde no hay. El timbre de alarma que nos despierta tiene un sonido muy estridente y doloroso, lo cual es bueno, pues nos es más fácil responder al dolor físico que al emocional".


El texto está recogido del libro de Andreas Moritz, El cáncer no es una enfermedad. Para mí este libro es muy importante, tanto por la manera que tiene este autor de abordar la enfermedad, como porque por primera vez pude acercarme a los aspectos emocionales de mi proceso de cáncer. Dichos aspectos los había evitado, en parte porque despertaban en mí sentimientos de culpabilidad, de que algo habré hecho yo mal para tener cáncer, o de que quizás este era mi talón de Aquiles sin resolver...Más tarde, fui aceptando que no hay nada separado en la vida, que todo está unido, que esta unidad es el fin último de la existencia humana, y de que, en definitiva, yo soy un todo, emociones, sentimientos, cuerpo, mente, etc.

Y ahora tengo la certeza de que mi curación total se producirá cuando no solamente cuide mi cuerpo y lo respete como lo más sagrado, sino cuando me cuide a mí misma y me respete como lo más sagrado, amando todo lo que soy, sintiendo mi unidad con la naturaleza, con la vida, con todo lo que me rodea.
Estos versos de Rig Veda expresan mejor lo que quiero compartir:
 
Me muevo con el infinito en el
poder de la Naturaleza.

Llevo el fuego del alma.
Llevo la vida y la curación.
En los momentos en los que sentía miedo los recitaba, aún hoy lo sigo haciendo en mis prácticas de meditación y yoga. Agradezco infinitamente esas palabras que me acompañarán para siempre.