Los cribados
poblacionales pretenden el diagnóstico precoz de cáncer de mama con el fin de
mejorar su pronóstico y aumentar la supervivencia. Sin embargo, existen cada
vez más dudas sobre su conveniencia.
Como se había
observado hace años en los cánceres de próstata y de tiroides (y actualmente en
el cáncer de pulmón [1]) existe evidencia de que lesiones detectadas en el
cribado de cáncer de mama con diagnóstico patológico positivo tendrán una
evolución indolente y su detección precoz no beneficia sino que perjudica a las
pacientes, debido a la ansiedad generada, a la agresividad de las medidas terapéuticas
y a los efectos secundarios relacionados con el tratamiento aplicado.
Según diversos
informes, como el publicado en el año 2009 en Kentucky [2] la incidencia de
cáncer de mama y de próstata (26% de todos los cánceres diagnosticados en EEUU)
se ha incrementado después de la puesta en marcha de programas de cribado y
nunca ha vuelto a los niveles de preselección, lo que indica que la mayoría de
estos cánceres se encuentran en estadio temprano y podrían regresar
espontáneamente [3]. Este fenómeno es de gran interés biológico y científico y
puede contribuir a un mayor conocimiento de esta enfermedad, por lo que no
debería minusvalorarse, aun a riesgo de que peligre el cribado poblacional y/o
los beneficios que reporta. Debemos además tener en cuenta que después de 20
años de cribado con mamografía el número absoluto de enfermedad más avanzada no
ha disminuido tanto como se esperaba, debido a que los programas detectan sobre
todo los cánceres de crecimiento lento o relativamente inofensivos, mientras que
los agresivos suelen ser cánceres de intervalo, es decir se diagnostican en
fase sintomática en el plazo de tiempo entre dos rondas de cribado.
Las conclusiones del
informe del Centro Cochrane Nórdico,
publicado en 2012, son rotundas. Los autores consideran que la mamografía de
cribado no se justifica al no demostrar un beneficio a la supervivencia. Además
afirman que, por cada mujer diagnosticada
precozmente de cáncer de mama en 2000 mamografías realizadas, otras 10
mujeres serán diagnosticadas y tratadas con cirugía y/o radioterapia y
quimioterapia por un cáncer de mama inexistente [4]
Alrededor de uno de
cada cuatro casos de cáncer de mama se da en mujeres por debajo de los 50 años
que no se habían incluido en el cribado poblacional, debido a que una
mamografía normal no descarta en muchos casos la presencia de cáncer de mama,
por la mayor densidad del tejido glandular en las mujeres premenopáusicas. Sin
embargo, se está extendiendo un cribado oportunista y sin control a mujeres de
entre 40 a 50 años e incluso menores, lo que supone un incremento de la
radiación acumulada en el tejido mamario, que no se registra, además de generar
una falsa tranquilidad. Estas mujeres no disponen de ningún programa de salud
pública alternativo, que permita su detección, dada la ausencia de protocolos
que incluyan la exploración física periódica (los programas de mama se realizan
al margen de la Atención primaria) o la autoexploración (que ha dejado de
recomendarse) lo que puede retrasar el diagnóstico y las posibilidades de
tratamiento en las mujeres jóvenes, que en muchas ocasiones acuden con cánceres
palpables y en estadios avanzados. En este sentido debemos considerar las
conclusiones del estudio nacional sobre el cribado de mama canadiense
(seguimiento de las mujeres de 40 a 59 años cribadas entre 1980 y 1985) que
equipara la reducción de la mortalidad por cáncer de mama debida a la
exploración anual física de la mama con la del cribado anual con mamografía.
Recientemente la
Junta Médica Suiza concluye que el cribado de cáncer de mama presenta un perfil
de costo-efectividad “muy desfavorable” ya que aunque puede permitir la
prevención de 1 a 2 muertes por cáncer de mama en cada 1000 mujeres estudiadas,
presenta diagnósticos falsos positivos que dan lugar a pruebas y tratamientos
innecesarios y no existe evidencia de que afecte a la mortalidad global. La
Junta recomienda limitar en el tiempo los
programas existentes y no introducir otros nuevos. Sin embargo, el
incremento irreal de la incidencia del cáncer debido a los cribados (hasta
70.000 cánceres detectados que nunca habrían llegado a ser clínicamente
evidentes, según un estudio realizado en EEUU [5]) provoca un aumento
artificial del ratio de supervivencia y da lugar a un círculo vicioso de apoyo
y ampliación injustificada de los cribados. Por otra parte, la Junta Médica
Suiza es un organismo no gubernamental y sus recomendaciones no son de obligado
cumplimiento, por lo que es muy probable que no se implementen, lo mismo que
está ocurriendo con los cambios aprobados
para el cribado de mama de EEUU, que pretendían retrasar la edad de inicio
y ampliar el intervalo de tiempo entre
rondas, pero han sido rechazados por el 90% de los profesionales implicados.
Por el contrario, el
problema es susceptible de empeorar, ya que a pesar de la controversia
existente, se están introduciendo nuevas técnicas diagnósticas de mayor
resolución, sin respaldo científico suficiente, como la Tomosíntesis de Mama,
que incrementa en más de un 30% la detección
de lesiones “casi invisibles al ojo humano” lo que disparará el
sobrediagnóstico, a cambio de incrementar la dosis de radiación administrada a
las pacientes.
La potenciación de la
Atención Primaria, la promoción de hábitos de vida saludable y la mejora de la
alimentación, permitirá disminuir de forma drástica la carga de enfermedad sin
consecuencias adversas, incrementando el bienestar de la población.
Fuentes:
[1] Jama Intern Med. on-line (diciembre de 2013)
[2] Cancer Screening
– University of Kentucky. JAMA.2009; 302 (15):1685-1692
[3] Per -Henrik Zahl et al. Instituto Noruego de Salud
Pública en Oslo
[4] Lo que siempre quiso saber sobre el cribado
mamográfico. Centro nórdico Cochrane Dinamarca (2012)
[5] Efecto de tres décadas de rastreo mamográfico. Bleyer A, Welch HG.
NEJM.2012; 367(21):1998-2005
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