El
doctor Deepak Chopra describe muy bien en estas líneas la anulación personal
que se siente cuando eres paciente de cáncer: ¡Tú no sabes de esto! y ¡Suerte! fueron
las dos cosas que yo más escuché. Con el “tú no sabes” intentan arrinconar
cualquier iniciativa o participación que quieras tomar y, cuando escuchaba el “suerte”,
algo en mi interior me hacía dudar de los tratamientos y protocolos a los que
estaba siendo sometida.
"A diario, un médico ve
personas con cáncer que han sido sometidas a un tratamiento u otro de
consecuencias desastrosas y lo consideran un éxito porque las células
cancerosas han desaparecido. No toman en consideración el desmejoramiento
general del organismo, la amenaza de un cáncer ulterior debido al tratamiento
en sí, ni el temor ni las depresiones en que suelen caer los enfermos que
logran «curarse».
Vivir con un miedo
constante, incluso sin tener cáncer, no es una señal de buena salud. La guerra
no ha terminado; en lugar de combatir a la luz del día, el enemigo está agazapado,
en posición de acecho.
La filosofía del tratamiento
del cáncer es que la mente debe permanecer pasiva mientras los médicos entran a
saco. Dicho de otro modo, se está estimulando un conflicto abierto en el
sistema cuerpo-mente. ¿Cómo es posible que lo llamemos curación? En un
conflicto entre la mente y el cuerpo, el paciente está combatiendo en dos
frentes; pero sólo hay un cuerpo y una mente. ¿No es evidente, por tanto, que
si hay un perdedor, habrá de ser él, el paciente?
No se trata de saber cómo
ganar la guerra, sino cómo mantener la paz. Occidente no ha entendido que la
manifestación física de una enfermedad sólo es un fantasma. Las células
cancerosas que aterran al paciente y que los médicos combaten son también unos
fantasmas; van y vienen, suscitando esperanza y desesperación, mientras el
verdadero culpable, la memoria inquebrantable que genera la célula cancerosa,
permanece agazapada en la sombra.
Exigimos que los enfermos
demuestren heroísmo en un momento en que precisamente no están capacitados para
ello, o jugamos con las cifras, transformando sus posibilidades de
supervivencia en estadísticas.
El Ayurveda nos dice que hemos de buscar la
causa de la enfermedad en un nivel más profundo de la conciencia donde poder
hallar la vía de curación.
Cuando se es sencillamente
uno mismo y no una «persona con cáncer», la reacción en cadena de la respuesta
inmunológica con sus centenares de operaciones precisamente cronometradas, se
dispara entonces firmemente decidida a ganar la batalla.
Pero, a partir del momento
en que uno se deja invadir por un sentimiento de impotencia y miedo, esta
cadena se rompe. Los neuropéptidos asociados a las emociones negativas se
propagan, se fijan a las células inmunológicas y la respuesta inmunológica
pierde su eficacia.
En este punto nace la
paradoja: si no diéramos tanta importancia al cáncer y reaccionáramos ante él
como ante algo tan normal como la gripe, tendríamos más posibilidades de
restablecer la salud. Sin embargo, el diagnóstico del cáncer hace que el
paciente se sienta muy anormal. El diagnóstico en sí es el punto de partida del
círculo vicioso, como una serpiente que se muerde la cola hasta acabar consigo.El hecho de que sus emociones se sitúen en un plano tan hondo no significa que los enfermos de cáncer no puedan modificarlas. Pueden dominar su sentimiento de impotencia y desesperación yendo hacia un nivel aún más profundo."
La
curación Cuántica. Deepak Chopra. Páginas 83-85
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